Para nosotros el arte no es sólo transmitir un sentimiento, sino la forma perfecta para mover a la gente; un termómetro del pueblo, donde podemos percibir el sentir y reaccionar de las personas ante realidades culturales que son más que evidentes, y que crean un sentido de identidad social.
Como todo arte callejero existe una variedad de símbolos y signos que en su perfecta mezcla nos ayuda a poder traducir verdades, muchas veces incómodas, pero que invitan al cuestionamiento por medio de formas armónicas. Buscamos que dentro del caos absoluto exista el más perfecto orden estético.
El grafiti, que tantas veces es menospreciado en el campo del arte, nos funge como una herramienta casi musical, donde a través de saber exactamente dónde y cómo colocarlo enaltece los significados implícitos de las bellas siluetas que le acompañan. El aerosol, a diferencia de otras técnicas, siempre ha invocado, por eso es que con él buscamos provocar, mover, cuestionar y reactivar a un público que muchas veces tiene miedo de enfrentarse a sí mismo y a aquellas situaciones que le rodean.
Todas las piezas que nosotros creamos buscan tener un significado implícito donde a través de una forma casi cínica podemos mezclarla con una realidad completamente poética, desnudando una subcultura que tras bambalinas es la cultura real que hoy nos alimenta a través de sus marcas, donde los héroes, los antihéroes, la apatía y el despertar se mezclan entre generaciones que han crecido altamente influenciadas ya por la inmediatez y la evolución digital.
Para nosotros el arte es un giro a través de los lienzos, donde comunicar no es suficiente, sino que queremos traspasar al espectador a través de cuantos sentidos podamos invitándole a reaccionar y cuestionarse.